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¡Participen ojeando la antrpología!

domingo, 19 de abril de 2009

La placentofagia, un caso de antropofagia?

Este articulo fue extraido de una presentacion a cerca del estudio bromatologico de la placenta humana, en el "1º Congreso Mundial de Nutricion y salud Publica, Barcelona 2006, se menciono la funcion de la placenta y sus usos, entre ellas la placentofagia presente entre los mamiferos. La placenta es el órgano intermediario entre el feto y la madre durante el embarazo (Intraútero) y también después de ser alumbrada (Extraútero). Este órgano actúa como una barrera fisiológica que impide el paso de sustancias nocivas para el normal desarrollo del futuro bebé.Es un compuesto orgánico de alto valor biológico, que acumula durante el embarazo una cantidad importante de sustancias fundamentales para la vitalidad de la madre y del embrión. Entre estas sustancias se encuentran el hierro y otros minerales, vitaminas, hormonas y demás componentes destinados a regular la inmunidad y la coagulación sanguínea. La presencia en la placenta de una hormona llamada Lactógeno placentario (Con estructura similar a la hormona de crecimiento), que estimula la formación de leche materna, invita a preguntarnos sobre cual puede ser su finalidad en la placenta. Hasta ahora, en nuestra cultura, la placenta después del parto ha sido considerada como simple material de desecho o útil en cosmética por su alta capacidad regeneradora.

Sin embargo el resto de los mamíferos, tras alumbrar la placenta en el parto, la ingieren automáticamente, formando parte del comportamiento animal codificado genéticamente a tal fin.

Es importante señalar que la ingesta de la placenta, acto denominado Placentofagia, la realizan tanto los mamíferos carnívoros como los herbívoros, convirtiéndose en una fuente muy importante de sustancias nutritivas para la madre y su cría, la cual se beneficia a través de la lactancia.

La vitamina K tiene actividad principalmente antihemorrágica, factor muy importante especialmente indicado en el parto, ya que las pérdidas de sangre y el control de la coagulación en el post-parto son de vital importancia para la madre y como preventivo de el Sindrome Hemorrágico del Recién Nacido.

La placenta, además de ser rica en vitamina K, hierro y demás vitaminas tan necesarias para la revitalización materna y del recién nacido, también posee gran cantidad de hormonas hipofisarias destinadas posiblemente a compensar el gran déficit hormonal que se produce en el organismo materno tras el parto, considerandose este déficit como posible origen de la depresión post-parto.

Estudios antropológicos confirman que la hembra de la especie humana de distintas épocas y culturas realizó la placentofagia de forma tan natural como realiza en la actualidad la lactancia materna.

Los factores culturales que han introducido el tabú como elemento de freno a la placentofágia y el asco como su herramienta más importante, son cuestiones de gran interés para el campo de la psicología, la sociología y la antropología actuales.

En la actualidad existen personas con mentalidad orientada a respetar los mecanismos naturales, tanto en America como en Europa, que realizan la placentofagia.

El contenido en hormonas de la Placenta puede ser desnaturalizado sometiendola a temperaturas elevadas o combinandola con otras sustancias que alteran su ph y por tanto su estabilidad química.

Se hace necesario realizar estudios científicos que elaboren una propuesta actualizada de este paso fisiológico tan importante para el ser humano, el cual nos proponemos continuar investigando.


De costumbres perdidas y re encontradas por la ciencia:

Por lo visto es una costumbre sensata y saludable que el hombre occidental ha ido perdiendo, en Europa, hasta el siglo XVIII, era considerado muy saludable para las madres el comer un trozo de placenta fresca mientras daban el pecho, y en alguna época se puso de moda una receta que consistía en rollitos de carne con relleno de placenta.

La mayoría de los mamíferos se comen la placenta inmediatamente después del nacimiento. Lo mismo hacen muchos indios brasileños, la etnia yacuta la comida de la placenta es un ritual que debe ofrecer el padre del recién nacido a sus próximos.


En el antiguo Egipto es donde el culto a la placenta ha sido más impresionante: por ejemplo, la placenta del rey era momificada tras su nacimiento, y después los sacerdotes del templo la custodiaban con grandes honores; la momia de la placenta del faraón, por su parte, era conservada como talismán. Finalmente, en las procesiones, se portaba la placenta de los faraones delante del rey; costumbre de la que al parecer proviene el lugar que actualmente ocupan las banderas en procesiones.

Todavía hoy, en algunas zonas de Africa se llevan amuletos de placenta durante toda la vida.
Numerosas culturas conocen la práctica de colgar placentas de los árboles; a veces incluso son disfrazadas de seres humanos: se viste la placenta con una camisa de algodón, se le pone un sombrero, y, atada con una cuerda, es colocada en las ramas de un árbol.

Últimamente viene utilizándose como materia prima para máscaras faciales regenerativas. En los hospitales se roba y se trafica placenta; las bandas delincuentes infiltradas en las clínicas organizan sus confabulaciones sentadas en torno a placentas.

Hoy día, en Alemania, las placentas se utilizan (junto con los fetos nacidos muertos) para acelerar la combustión en las incineradoras de basura.


10 Septiembre 2007

¿Te comerías cruda una placenta?

Este fin de semana he asistido a una Placenta Party. La verdad es que no lo sabía, en realidad era el cumpleaños de una amiga. Pero nos tenía preparada una sorpresa. Íbamos a ayudar a plantar un gran olivo. Cuando ya estábamos manos a la obra, su marido nos pidió un momento de atención. “Falta lo más importante”, señaló en tono misterioso. Se fue al frigorífico y sacó del interior un táper. Lo abrió pomposamente, enseñándonos el contenido con indisimulado orgullo: Era la placenta refrigerada de su hijo, cordón umbilical y hasta pinza quirúrgica incluida, nacido hace tres meses y medio.

-La vamos a enterrar junto al olivo, para darle fuerzas al árbol.

-¿Cómo las has conseguido?-pregunté inocente.

- Muy sencillo. Les dije a los médicos que nos la queríamos llevar y no nos pusieron ningún problema. Llegué al hospital con una neverita y la recogí. La placenta es nuestra. Si no te la quedas la venden para hacer productos cosméticos. Además, ¿tú no sabes que es muy nutritiva, ayuda a las mujeres a recuperarse del parto, calma el estrés y combate la depresión?

-Algo he leído, pero para eso te la tienes que comer, no basta con guardarla -le señalé.

-¿Y qué te crees que hemos hecho?

-¿No me digas que te las has comido como hizo Tom Cruise con la de Katie Holmes?

- ¿Estás loco? La placenta está repleta de hormonas femeninas, si lo hiciera me saldrían tetas. Se la comió mi mujer. Todos los mamíferos se comen su placenta después de parir. Nada más nacer el niño, pedimos a la enfermera un bisturí y se lo fuimos dando a cachitos. Primero la comadrona y luego yo.

Reconozco que me dejó estupefacto. Rápidamente lo quise confirmar con mi amiga.

-¿Pero es verdad que te has comido cruda tu propia placenta? –le espeté directamente

-Toda no. Sólo una parte –contestó con ingenuidad.

-¿Sin guisarla al menos, todavía caliente?

-Así aprovechas al máximo todas sus propiedades.

-¿Y a qué sabe?

- La verdad es que no lo sé. Me tragué todos los pedacitos enteros, sin saborearlos.

Debo confesarles que a partir de ese momento dejé el plato con la carne de la barbacoa y no probé ni un bocado más en todo el día. Mis amigos trataron de convencerme de lo erróneo de mi actitud. Me hablaron de un médico homeópata grancanario, Sergio Sánchez, cuya tesis doctoral ha descubierto las beneficiosas propiedades nutricionales de la placenta. Su consumo se conoce por placentofagia, y es una costumbre relativamente popular en los países anglosajones. Aquí en España, tradicionalmente se enterraba la placenta para evitar que los perros se la comieran. A cambio se daba a las recién paridas reconstituyentes calditos de gallina. Pero que yo sepa, nunca se comió.

Luego por la noche coincidí con mi amigo saharaui Hassan, quien ha llegado hace poco de visitar a su familia en la Sakia el Amra. Ama la cultura de su sufrido pueblo y conserva intactas sus costumbres milenarias, así que no pude contenerme y le conté la historia, por ver si en el Sáhara se hace algo parecido. Su cara de asombro, desmintiéndome tal posibilidad, fue aún mayor que la mía.

-¿Lo hacen por brujería? -preguntó incrédulo.

-En absoluto. Dicen que así se ayuda a la madre a recuperarse.

-Pero si ni los camellos se la comen -protestó.

-Mi amiga sí. Y la mayoría de los animales.

-Pero nosotros somos personas.

Admito estar todavía muy confuso con este tema casi tabú en nuestra sociedad, así que he pensado en ustedes, sobre todo en las lectoras, para salir de la duda. ¿Se comerían la propia placenta después de haber dado a luz?


Fuentes:

http://blogs.20minutos.es/cronicaverde/post/2007/09/10/aate-comeraaas-cruda-placenta-

http://ciplp.es/Untitled-5.htm

De los limites entre lo comestible y lo no comestible, el canibalismo y la antropofagia


Antropofagia y canibalismo. La primera palabra deriva etimológicamente del griego, que significa comer carne humana. La palabra "canibal" deriva de una confusión de los primeros descubridores de América; proviene de "cariba" (valeroso), la cual confundían con "caniba" y de aquí deriva "canibal" que aplicaban a los indios que comían hombres como placer culinario y/o ritual.
En el libro del alemán Hans Staden,
La verdadera historia de las gentes canibales salvajes, desnudas y feroces" capturado en 1550 por los Tupinamba (etnia de Tupi-Guaranies en la actual costa brasileña nos explica que lo obligaban a saludar a los nativos diciendo: Ajune che peê remiurãama (ya vengo yo para vuestra comida).

El denominado endocanibalismo es el que se practica sobre individuos del mismo grupo, usualmente parientes fallecidos de muerte natural, de quienes se ingieren los huesos molidos o las cenizas de los cuerpos incinerados (mezclados con bebidas como sopas o chicha). Esta costumbre está asociada con ideas de reciclado y regeneración de las fuerzas vitales. Le permite al grupo conservar sus cualidades aunque desaparezcan los individuos que las poseen. El consumo de la carne de extraños, de individuos ajenos al grupo, es llamado exocanibalismo.

Las causas del canibalismo son motivo de discusión entre los antropólogos. En algunos casos parecen prevalecer los motivos rituales (el que consume un organismo adquiere su sustancia); en otros, razones nutricionales que van desde el simple gusto por la carne humana hasta la necesidad de enriquecer dietas pobres en proteínas. Pero existe una tercera, la que practican los asesinos en serie que responde a algún tipo de patología mental, aunque en definitiva, yo estoy convencido que todo el canibalismo, antropofagia o asesinato responde a un tipo de enfermedad mental y es la que tenemos la mayoría de los hombres actuales y se llama "debilidad mental", estupidez y se manifiesta en comportamientos histéricos: aparición de vírgenes, fantasmas, monstruos, ovnis...Todos estos seres -ya digo, la mayoría- en las circunstancias apropiadas serían capaces de devorar a sus semejantes, eso sí, convenientemente disimulado con oraciones y ritos religiosos, a manera de salsa. Por otra parte, muchos de estos estúpidos, incapaces de pensar por sí mismos, a los que les hace falta una cultura que programe cada uno de sus actos diarios, no podrían sobrevivir en una situación extrema, como la ocurrida con el avión que se estrelló en los Andes, pues el "tabú", que sólo se instala en la parte animal del cerebro y en personas debiles mentalmente, les hubiese impedido comer, provocándoles vómitos y otras manifestaciones físicas parecidas.

Canibalismo ritual

Los sacrificios humanos y las prácticas caníbales practicadas con los enemigos derrotados tienen el siguiente significado ritual: el vencedor desea apropiarse de su valor y su fuerza, y materializar la victoria con un mayor vigor físico y arrojo en el combate. La Antropofagia ritual también aparece en un gran número de prácticas religiosas y es el sustrato de la comunión cristiana —Tomad, comed, éste es mi cuerpo, ésta es mi sangre...— aunque haya sido atenuado a través de símbolos como el pan y el vino, que también representan la energía y la vida.

Al matar a una persona de forma violenta, siguiendo un ritual, los sacrificadores estaban convencidos de que se producía la liberación de una energía , que si era manejada por las personas elegidas, sacerdotes, reyes y altos mandatarios, podía ser encauzada para conseguir beneficios personales o para la comunidad. En realidad sería un flujo, una corriente poderosa que existiría en todo el Universo, aunque en determinadas circunstancias ciertos seres y objetos estarían más cargados de ella. Esta creencia se ha producido en numerosos pueblos y los nombres que se le ha dado a esa "energía" son distintos: Mana (Polinesia), numen (romanos primitivos), téotl (mexicas), etc. Hablamos pues de un concepto bastante generalizado.

Para conseguir recargar el mana, había que introducir un nuevo elemento: el alimento, que no sólo era proporcionado introduciendo sangre humana en la boca de los ídolos, sino que podía obtenerse consumiendo partes específicas del cuerpo de la víctima. La sangre era una de ellas pero, debido a su gran valor no podía ser consumida por todos, ya que -según la creencia-, los individuos comunes no soportarían su enorme poder y -en el mejor de los casos- su consumo les conduciría a la locura. Otras partes cargadas de mana serían el corazón, la cabeza, los muslos... Los reyes y sacerdotes (por este orden) por ejemplo, tenían más mana.

Tampoco está del todo claro cuándo y por qué surgió la prohibición de consumir carne humana. Las primitivas agrupaciones de hombres en aldeas carecían de los medios políticos para aplicar impuestos y absorber grandes poblaciones que pudieran usar en provecho propio. Comerse los prisioneros, ya fuera para satisfacer necesidades espirituales o nutritivas, ofrecía mayores ventajas que mantenerlos vivos.

Al aparecer las sociedades de nivel estatal, la situación cambió. La economía se volvió más productiva y los pueblos sometidos fueron incorporados al propio sistema político. Los vencidos pasaron a formar parte de la población vencedora y su mano de obra fue explotada mediante impuestos y reclutamiento. El consumo de carne humana se convirtió en tabú.
El estado azteca fue una excepción: fomentó el sacrificio y la antropofagia y cuanto más poderoso se volvía, más los fomentaba. Michael Harner, elaboró una explicación para esto. Milenios de intensificación y crecimiento demográfico agotaron la existencia de herbívoros domesticables y cerdos en el territorio central mexicano. De hecho, la dieta cotidiana de los aztecas estaba constituida en gran medida por insectos, gusanos y pasteles de algas acuáticas. Harner ha propuesto que el agotamiento de los recursos animales hacía difícil a los gobernantes aztecas prohibir el consumo de carne humana. El principal objetivo de la guerra era expandir el estado. Una consecuencia secundaria de la actividad bélica era la obtención de prisioneros. Distribuir la carne capturada entre los guerreros y los nobles era una forma de recompensar el arrojo en las batallas y la lealtad al estado y, al mismo tiempo, una fuente adicional de proteínas.

Sabemos que los aztecas practicaban el canibalismo con fines gastronómicos y no sólo rituales, como lo demuestra el historiador Juan Miralles, autor de "Hernán Cortés, inventor de México": "La antropofagia que los aztecas practicaban no era ritual; era gastronómica. El propio Bernardino de Sahagún habla de dos platillos hechos con carne humana, uno de ellos el Tlacatlaolli, antecedente de lo que hoy se conoce como pozole", un platillo que combina el cerdo o el pollo con granos de maíz, expone Miralles. "A estos esclavos, hombres y mujeres, después de que los compraban criábanlos con mucho regalo y vestíanlos muy bien; dábanles a comer y beber abundantemente y bañábanlos en agua caliente".

Antropofagia nutricional

El canibalismo por razones nutricionales, opinan algunos autores que es muy infrecuente. Sólo ha sido practicado como último recurso para sobrevivir en situaciones extremas —desde las referencias bíbilicas a asedios de ciudades al sitio de Leningrado; desde el accidente aéreo de los Andes a la hambruna de Corea del Norte—, y esta es la única forma en la que puede eludirse el estricto tabú moral que se ha ido construyendo en Occidente en torno a esta práctica. La evidencia histórica del canibalismo, en suma, se encuentra tanto en Occidente como en otros pueblos y culturas, y es muy diferente a su representación estereotipada.

Sin embargo, la realidad es otra, y el canibalismo nutricional es muy frecuente y puede ir en aumento. Veamos sinó lo que sigue.
En 1962, un informe elaborado por expertos de las Naciones Unidas, sobre el estado de la alimentación mundial, mostraba que de las tres más grandes zonas de canibalismo ancestral (África, Oceanía y América) el consumo de carne humana resurgía especialmente en las zonas azotadas por las guerras o por la hambruna. La estimación de los especialistas fue que el 0,3 % de los hambrientos en el mundo, es decir, unos 6 millones de personas, se alimentaba de otros seres humanos.

Por hambre extrema o mandatos rituales, de dos a tres millones de personas, según estimaciones, practican aún hoy el canibalismo en el planeta. En África, en América, en Oceanía... E incluso mucho más cerca. El antropólogo forense José Manuel Reverte, de la Universidad Complutense de Madrid, ha llegado a estudiar a varios de ellos: personas capaces de terminar a dentelladas con el corazón de sus víctimas o depravados necrófagos. Él sostiene que un porcentaje alto de asaltadores de tumbas en el mundo occidental, también en España, profanan los cementerios por puro gusto a la carne humana. «Quienes la comen quedan enganchados», asegura Reverte. Sin saberlo, buscan la cadaverina, una sustancia que se produce con la putrefacción de los cuerpos y que, al decir del forense, tiene efectos adictivos.

El canibalismo, tan viejo como la especie humana, está aumentando en las zonas machacadas por las guerras y por la hambruna. Algunos soldados rusos están acusados por la Human Rights Watch, una organización que vigila el cumplimiento de los derechos humanos, de practicar la antropofagia con civiles y militares chechenos, a los que supuestamente torturaban y descuartizaban en los campos de prisioneros antes de comérselos.

La falta crónica de comida ha llevado a los habitantes de la Rusia profunda a poner en práctica lo que los expertos llaman canibalismo de subsistencia. «Se dan casos dentro de las propias familias», asegura el profesor Reverte. Hay incluso gente que no duda en utilizar la pobreza límite para hacer negocio, lo que ha propiciado en ese país el nacimiento de un mercado clandestino de carne humana. Su comercialización corría a cargo de bandas organizadas -más de un centenar, según el Ministerio del Interior ruso-, que hasta hace poco tiempo han operado en las zonas más deprimidas del territorio.

Penurias extremas, religiones, cultura o fuertes desequilibrios mentales son algunas de las causas que esgrimen los expertos para explicar la vigencia actual de la antropofagia en todas las sociedades. En palabras del escritor francés Martin Monestier, recogidas en su libro "Caníbales", publicado el año pasado por la editorial Le Cherche Midi, el canibalismo irá a más debido principalmente al desmesurado aumento de seres humanos desnutridos y a los conflictos de carácter étnico en los países pobres. Un vaticinio macabro que, según opina el autor, obligará a muchos gobiernos a autorizar la donación de cadáveres para el consumo.


EL MUNDO
domingo, 11 de febrero de 2001 - Número 278
CANIBALISMO | UNA PRÁCTICA QUE PERDURA

Algo más sobre esta Receta

“Caldo avá”, “Caldo de hombres”...

Ingredientes:
- 1/2kg de rabo de vaca
- ½ Kg. De entraña gruesa de vaca
- 1 seso de vaca
- 1 corazón de vaca
- 1 lengua de vaca
- ½ Kg. de hígado de vaca
- ½ Kg. de riñón de vaca
- ½ Kg. de molleja de vaca
- ½ Kg. de nuez de quijada de vaca
- ½ Kg. de mondongo
- ½ Kg. de redecilla
- ½ Kg. de librillo
- ½ Kg. de cuajo
- ½ Kg. de baso, aorta y tendones
- ½ Kg. de chinchulines de vaca
- ½ Kg. de zanahoria
- ½ Kg. de zapallo
- ½ Kg. de papa (patata)
- ½ Kg. de batata (boñato, patata dulce)
- ¼ Kg. de ají morrón
- ½ Kg. de cebolla
- 1 cabeza de ajo
- ½ Kg. de acelga
- 2 plantas de ajo porro (puerro)
- 4 plantas de cebolla de verdeo
- 2 tazas de maíz desgranado (choclo)
- 2 tazas de porotos (colorados, blancos, negros) a gusto
- 2 ají (chili / guindilla)
- sal

Procedimiento:

Lavar bien todos los ingredientes y cortarlos en trozos pequeños, colocarlos en una olla “bien grande” (tipo del ejército) con abundante agua fría. Hacer hervir durante varias horas, hasta que todo se deshaga (o casi se desintegre, ya que parte de las carnes permanecerán enteras), debe quedar un caldo espeso pero muy jugoso.


Este es un caldo, que según dicen en los pagos del noroeste de la Argentina y en el Paraguay, puede reconstituir al más aturdido por el alcohol (doy fe), dejar de cama por varios días a los debilitados porque les inyecta tal cantidad de vitaminas que necesitan de ella para recuperarse, y alienta fogosamente a los amantes.
Había sentido algo acerca de él, pero fue en una madrugada, al salir de una discoteca, cuando una amiga me invitó a desayunar en el mercado, es costumbre del campesino el desayuno fuerte, más de los trabajadores del mercado que arrancan sus tareas tan de madrugada. Allí estábamos degustando este placer de dioses, yo ya iba por el segundo plato, cuando me enteré de la historia de esta comida, “avá” en guaraní significa “los hombres”, y había sido que antes y aun durante la llegada de los españoles, los guaraníes ya lo consumían pero con sus enemigos dentro. Fueron los Jesuitas los encargados, cansados de ir a parar dentro de las hoyas, de cambiarles los gustos…
Los guaraníes eran antropófagos, al igual que muchos pueblos de cultura amazónica, eran comedores de carne humana, pero esto solo iba dirigido a los prisioneros de guerra y tenía carácter ritual, a los prisioneros que no se mataba en el acto, se les trataba bien, se les daba mujer y mucha comida para engordarlos, podía pasar más de un año antes de que se lo sacrificara y lo mismo se hacía con su descendencia ya que los guaraníes solo la reconocen como propia por la rama patriarcal. El sacrificio mismo se efectuaba en un acto público, frente a una gran multitud, y uno de los guerreros era designado para ejecutar al prisionero con una macana, después de muerto se despedazaba el cuerpo y se repartían los trozos, todo el mundo debía tomar y probar la carne, y dice el padre Lozano, que cuando ella no alcanzaba por ser varios millares los concurrentes, entonces se hacía hervir un buen pedazo y se repartía el caldo; hasta las madres daban un sorbo a sus hijos. El gustar la carne de un enemigo sacrificado daba derecho o imponía la obligación de cambiarse el nombre.
Pero estos salvajes, como así los pintaban los conquistadores europeos, no lo eran tanto y tenían profundas creencias religiosas, tal es así que ellos sostenían que “el mundo se ha vuelto demasiado malo para permanecer en él mucho más tiempo; lo abandonamos para instalarnos en la tierra donde el mal está ausente” (profecías guaraníes, siglo XV y XVII); abandonaban Ywy mba´e e megua ( la mala tierra o la tierra imperfecta) para alcanzar Ywy marrey (la tierra sin mal) y esperaban que los dioses les anunciasen la venida de los tiempos de las cosas que no mueren, de la plenitud acabada, de ese estado de perfección en y por el cual los hombres trascienden su condición.
Pero veamos, no eran los únicos en ese tipo de gustos gastronómicos, la receta de cadáveres cocidos, preferida por los aztecas, consistía en un estofado condimentado con pimientos y tomates, de Sahagún afirma que ponían flores aromáticas en la carne.
En muchos sitios el surgimiento de estados e imperios contribuyó a la desaparición de las pautas caníbales de sacrificio humano. A diferencia de los dioses aztecas, los máximos dioses del viejo mundo declaraban tabú el consumo de carne humana, solo en Mesoamérica los dioses alentaron el canibalismo, hay autores que afirman que el motivo aparente podía haber sido un agotamiento del ecosistema y la carne humana se constituía en fuente de proteínas; hace incluso cincuenta o cien años el sacrificio de prisioneros de guerra a pequeña escala y la redistribución de su carne eran practicas comunes en cientos de sociedades preestateles diseminadas en África, al sur del Sahara, en el sudeste asiático, Malasia, Indonesia y Oceanía.
En la Europa posromana el canibalismo era tenido por delito tan grande que solo las brujas, los seres humanos transformados en lobos, los vampiros y los judíos eran considerados capaces de practicarlo.
Las personas pueden aprender que el gusto de la carne humana les agrada o les desagrada, del mismo modo que pueden aprender que la tortura les divierte o les horroriza; comerse al enemigo es, literalmente extraer fuerzas de su aniquilación, en consecuencia, es necesario explicar porque las culturas que no tienen escrúpulos en matar a sus enemigos se abstienen de comerlos.
De ese origen es también la palabra “barbacoa” que proviene del “carib” “barbricot”; los aborígenes carib, de allí la palabra “caníbal”, utilizaban la barbricot, una parrilla hecha con ramas verdes, para preparar sus festines caníbales. Pero veamos, la palabra “hostia” deriva de “hostis” que significa “sacrificio”, los primeros rituales de comunión consistían en sacrificios de hombres, más tarde animales, ofrecido a los dioses y luego comidos por la comunidad, de allí la palabra comunión; no por nada en el cristianismo el pan representa a la carne y el vino a la sangre de Jesús sacrificado para salvar a los hombres; bueno, acá vemos una vez más la integración de la comida con la religión y como el cristianismo no se puede escapar de esas raíces paganas para seguir manteniendo la adherencia de sus seguidores.

Lo comestible y lo no comestible, un debtate en torno a la antropofagia y otras cuestiones

“No comemos nutrientes sino comida, lo comestible se transforma en alimento al darle un significado, es decir un valor en un sistema de practicas y de representaciones en una cultura”

Los alimentos tienen su historia, sus determinaciones culturales que los hacen posibles o no de ser entendidos o comprendidos como alimentos. Es por ello que los nutrientes deben estar organizados según pautas culturales que los hagan comprensibles y por tanto deseables en una comida, o sino...

Comerias un bife de carne de perro? o un sandwich de gusanos?. Podriamos hacer una ensalada con riñoncitos humanos revuelto con cebollas? Serviriamos en un casamiento un guiso y para beber dariamos mate cocido? Porque algunas sociedades prohiben la carne de vaca y en otras, al contrario, se la valora y considera como el alimento principal en sus dietas?.



Dossier de actividades practicas


...por que se come lo que se come? Cuales serian los factores que determina lo comestible de lo que no lo es.

El acto de comer es algo natural? ... El valor de la comida no depende solamente de la química de las sustancias ni del metabolismo del sujeto, sino tambien de lo que implica en el conjunto de las relaciones sociales del cual formamos parte. Entonces que hay detrás de la comida?.

En este texto que sigue a continuación, la autora dara pautas a tener en cuenta para comprender antropológicamente este hecho social como un fenomeno complejo.

El simple acto de comer se nos representa como un hecho biológico, natural. Que necesitemos comer y que para ello tratemos de procurarnos alimentos según nuestras necesidades y preferencias parece algo evidente que no merece reflexión. Sin embargo, podemos afirmar que no en todos los países, ni en todos los tiempos, se ha comido lo mismo.

Desde el punto de vista antropológico, una característica importante de la alimentación es que las formas culturales de comer terminaron condicionando la necesidad biológica de hacerlo. Un ejemplo de ello es el hecho de que muchas personas han muerto de hambre ante nutrientes que no eran considerados comida por su cultura, en 1845 el “hambre de papas”, donde los campesinos irlandeses se negaban a comer harina de maíz, o al revés: nutrientes como la carne de perro y gato, que no eran alimentos básicos, pasan a serlo ante situaciones extremas.

Además, no todos pueden comer, incluso en países con producción suficiente de alimentos , como la Argentina, muchos no tienen acceso a ellos. Otros, aunque pueden acceder a toda clase de alimentos, no comen “bien”, ya sea que comen mal porque se llenan pero no se alimentan ( de acuerdo a un análisis nutricional), o comen mal porque gastan demasiado ( de acuerdo a un análisis económico), o comen mal porque lo hacen sin cumplir las normas gastronómicas vigentes.

Otros restringen sus opciones (vegetarianos, macrobióticos, etc.) por motivos ideológicos, creencias religiosas, o por convencimiento personal.

Lo cierto es que apenas empezamos a reflexionar sobre la comida, observamos que ese acto no parece algo tan natural como suele pensarse.

Para profundizar un poco la cuestión, tenemos que tomar en cuenta elementos de carácter diverso:

- Biológico, las necesidades y capacidades del organismo del comensal, junto a las características de los alimentos que se transformaran en su comida.

- Ecológico- demográfico, los circuitos de producción, distribución y consumo hacen que los alimentos lleguen al comensal.

- Socio- político, el acceso a la comida según las clases, sectores o grupos, ya sea a través de mecanismos de mercado (compra),asistencia del Estado (políticas asistenciales), o relaciones (redes de ayuda mutua).

- Culturales, sistemas prácticos de clasificaciones que señalan que cosa es comida y que no, que, cuando, y con quien se debe comer, o como debería ser el consumo de alimentos entre sectores, edades y géneros.

Todas las culturas establecen a través de la practica cotidiana quién puede comer y qué. Así existen “comidas de ricos” (caviar), “comidas de pobres” (fideos), platos considerados “femeninos” (pollo), y “masculinos” (bife), para los adolescentes (hamburguesas), para los adultos (la mayoría de los platos) para los ancianos (sopa) y para los niños (papillas).

Estas clasificaciones son relativas y propias de cada sociedad en un tiempo y espacio determinados.

También debe considerarse el tipo y las combinaciones de alimentos que se consumen en cada evento, desayuno y merienda acompañados por infusiones calientes, almuerzo y cena con bebidas frías, el tipo de comida que marca los momentos importantes de la vida (torta de cumpleaños, champagne para las fiestas, etc.), los alimentos prohibidos y los prestigiosos.

Estas dimensiones socioculturales de la alimentación, unificadas a una dimensión subjetiva, propia del comensal, articulan a este ultimo con su propia historia y con la dinámica de su sociedad y su tiempo, indican que ese acto debe ser visto como un hecho complejo, como un evento que no es exclusivamente biológico ni tampoco totalmente social, sino que une a ambos.

Es bueno saber que todo esto comienza con las características mismas de considerar a la especie humana como especie social.

Estudiando el uso de los alimentos en diferentes sociedades se encontró que a lo largo y ancho del planeta varios grupos humanos coinciden al menos en veinte practicas usuales:

Satisfacer el hambre y nutrir el cuerpo.

Iniciar y mantener relaciones personales y de negocios.

Demostrar la naturaleza y extensión de las relaciones sociales.

Proporcionar un enclave de actividades comunitarias.

Expresar amor y cariño.

Marcar el sello de la individualidad.

Proclamar la distinción de un grupo.

Demostrar al pertenencia a un grupo.

Hacer frente al estrés psicológico o emocional.

Señalar estatus social.

Proveer recompensa y castigo.

Reforzar al autoestima y ganar reconocimiento.

Manifestar y ejercer poder político y económico.

Prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades físicas/ mentales.

Manifestar experiencias emocionales.

Expresar piedad o devoción.

Proporcionar seguridad.

Expresar sentimientos morales.

Manifestar riqueza.

El comensal.

Como comensales pertenecemos a la clase de los omnívoros. Comemos alimentos de origen vegetal, animal y mineral. Comemos y digerimos una amplia variedad de nutrientes: raíces (papas), tallos ( espárragos), hojas (espinacas), frutos (manzana), flores (alcauciles), aun los estambres de los vegetales (azafrán), carnes de animales (bife), su sangre( morcilla), aun las secreciones rancias de sus glándulas mamarias (quesos), o los desechos mismos del metabolismo de ciertos invertebrados (roquefort), hasta rocas molidas (sal).

Pero a pesar de que esta gama parezca infinita, el intestino humano no tiene la capacidad de digerir grandes cantidades de celulosa, por eso ingerimos brotes de palmito y de bambú pero no de caña o palmera, ni alucinógenos, ni eméticos o laxantes que tomamos en dosis mínimas para controlar sus resultados y que llamamos “remedios”...pero no comida.

La comida.

Como humanos no comemos nutrientes sino comida. Para ser comida, los nutrientes deben estar organizados según las pautas culturales que los hagan comprensibles y por lo tanto deseables. Por ejemplo comemos un bife a la plancha y no 63 grs de proteínas. En conclusión, para que sea alimentación humana, para que podamos llamarla comida, es necesario que este conjunto de nutrientes adopte una forma que la haga comprensible al grupo que la recibe.

Comer no depende solamente de la química de las sustancias in del metabolismo del sujeto. Comer es un acto social.

Para comprender por que se come lo que se come, debemos situar este acto alimentario en un contexto, es decir, en una sociedad determinada, en un tiempo y en un espacio que también deben estar claramente definidos.

Lo comestible.

Un comestible es una sustancia susceptible de ser metabolizada por el organismo humano, ya se trate de nutrientes o de sustancias inertes como las fibras, o de una sustancia psicoactiva como el alcohol.

Y para que una sustancia comestible se transforme en alimento tiene que salir meramente de lo biológico y entrar en el sistema de practicas y representaciones de una cultura.

El trigo en Occidente, desde hace siete mil años, ha sido domesticado, seleccionado, mejorado, producido, transportado y convertido en harina.

Para transformarse en comida, los alimentos son modelados según un sistema cultural. Así se podrán usar en combinación con algunos alimentos y con otros no (ejemplo: fideos con salsa de tomate y no fideos en almíbar), se servirán calientes, pero no fríos, a ciertas horas (almuerzo o en la cena), serán preferenciales para una edad o genero, se consideraran aptos para el consumo diario de la familia o se estimaran tan especiales que solo serán servidos en ocasiones festivas.

Para todos nosotros esta suerte de “gramática” culinaria, esta tan internalizada que ni siquiera la tomamos en cuenta.

El considerar a la comida como algo común natural y evidente, el simple hecho de comer en horarios prefijados, cuatro veces al día, con un orden de platos y ciertas combinaciones de productos, olvidamos que se llego a esa categorización después de una larga historia.

Y que dicha historia esta sostenida por una producción tecno- económica y creencias a cerca del producto que son fruto del saber propio de un tiempo y una sociedad determinados.

Así, en la década de los 50 la preocupación por el diseño de una buena nutrición estaba puesta en al ingesta de vitaminas, en los años 70 se hacia hincapié en las proteínas, en los 90 las fibras eran la estrella. Y ahora, en el tercer milenio, el gran debate gira entorno a los alimentos transgenicos.

La discusión acerca de lo que significa alimentarse bien tiene que ver con las definiciones sociales acerca de que quiere decir vivir bien. Y esto no depende de la ciencia sino de la escala de valores de una cultura formada en una relación dinámica con su propia historia .

Por ejemplo: en el siglo pasado la gordura era considerada como un signo de opulencia económica y de salud, se la apreciaba como un rasgo de belleza física. Hoy, en cambio, la obesidad es vista como un factor de riesgo para accidentes cerebro vasculares y diabetes, la mayoría de los gordos no son ricos sino pobres, y la gordura esta situada en el lado opuesto a la belleza. Existe además, cierta reprobación moral que categoriza a los obesos como personas autocomplacientes, débiles de carácter, y abandonados en su cuidado personal.

En conclusión, como la mayoría de nosotros ve el mundo desde el punto de vista de nuestras propias vidas, cuando consideramos “natural” a un hecho alimentario hay que desconfiar. ¿por qué?

Porque dicha naturalidad significa que la transformación social se ha hecho carne en nosotros. De ese modo terminamos considerando a las categorías impuestas por los usos sociales como pertenecientes al producto mismo.

Fuente: Aguirre, Patricia. Ricos Flacos y Gordos Pobres. 2004

Antroplogía cultural y nutrición.









Es claro que la comida es más que un recurso para reproducirnos biológicamente. Ella también nos convierte en entes sociales, en actores que constantemente se relacionan con, y modifican, la cultura. Por lo tanto, la comida reproduce nuestras relaciones con la naturaleza y la cultura en el tiempo y en el espacio.

Se trata pues de entender la cultura alimentaria como un sistema de practicas y representaciones, abierto y móvil que no está libre de tensiones, y a cuyo interior hay prácticas que se fijan y otras que cambian con más celeridad. Los alimentos portan significados polivalentes y delinean varias definiciones de identidad nacional, étnica, racial, de género, de grupo, etc y por esto la ‘cocina’ como una actividad dinámica y cambiante.

En esta materia se postula que los alimentos, la comida y la cocina son vehículos para la comprensión de los procesos históricos, las modificaciones en las formaciones culturales y sociales y los registros de identidad que se rubrican a través del acto alimentario.

Para comprender los comportamientos alimentarios de una población resulta indispensable, como señala Contreras y Arnaiz, analizar las interacciones complejas entre alimentación, sociedad y cultura. Los mismos retoman la postura epistemológica de Boudrillard según el cual se debe restituir los datos cuantitativos del consumo planteados en términos de balance calórico a comprenderlo en términos de la lógica de las significaciones de la estructura social, donde el consumo de bienes materiales signifique una cierta relación entre los grupos, que permite racionalizar el consumo como función derivada de las relaciones sociales.

Es por esto que se hace indispensable para una adecuada propuesta alimentaria comprender el contexto, identificar los valores referidos al cuerpo, a la salud, al trabajo en su vinculación con el alimento y las relaciones que lo sustentan.

Históricamente las recomendaciones alimentarias se han sustentado en los consejos de las ciencias de la alimentación para cambiar practicas y hábitos alimentarios poco saludables. Sin embargo, los problemas alimentarios siguen creciendo a ritmo vertiginoso, puesto que responden a problemas sociales y culturales tales como la desigualdad social y la exclusión.

Programas standard de intervención en nutrición y de políticas publicas que han partido de una concepción simplista de la sociedad son numerosos. Por lo tanto es indispensable considerar la valoración de los sujetos sociales respecto a su cuerpo, a lo que considera saludable, a las distinciones que realizan según alimentos clasificados según pertinencia de genero o laboral, o etaria son fundamentales para lograr programas nutricionales adecuados al contexto donde se requieran.