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domingo, 19 de abril de 2009

La placentofagia, un caso de antropofagia?

Este articulo fue extraido de una presentacion a cerca del estudio bromatologico de la placenta humana, en el "1º Congreso Mundial de Nutricion y salud Publica, Barcelona 2006, se menciono la funcion de la placenta y sus usos, entre ellas la placentofagia presente entre los mamiferos. La placenta es el órgano intermediario entre el feto y la madre durante el embarazo (Intraútero) y también después de ser alumbrada (Extraútero). Este órgano actúa como una barrera fisiológica que impide el paso de sustancias nocivas para el normal desarrollo del futuro bebé.Es un compuesto orgánico de alto valor biológico, que acumula durante el embarazo una cantidad importante de sustancias fundamentales para la vitalidad de la madre y del embrión. Entre estas sustancias se encuentran el hierro y otros minerales, vitaminas, hormonas y demás componentes destinados a regular la inmunidad y la coagulación sanguínea. La presencia en la placenta de una hormona llamada Lactógeno placentario (Con estructura similar a la hormona de crecimiento), que estimula la formación de leche materna, invita a preguntarnos sobre cual puede ser su finalidad en la placenta. Hasta ahora, en nuestra cultura, la placenta después del parto ha sido considerada como simple material de desecho o útil en cosmética por su alta capacidad regeneradora.

Sin embargo el resto de los mamíferos, tras alumbrar la placenta en el parto, la ingieren automáticamente, formando parte del comportamiento animal codificado genéticamente a tal fin.

Es importante señalar que la ingesta de la placenta, acto denominado Placentofagia, la realizan tanto los mamíferos carnívoros como los herbívoros, convirtiéndose en una fuente muy importante de sustancias nutritivas para la madre y su cría, la cual se beneficia a través de la lactancia.

La vitamina K tiene actividad principalmente antihemorrágica, factor muy importante especialmente indicado en el parto, ya que las pérdidas de sangre y el control de la coagulación en el post-parto son de vital importancia para la madre y como preventivo de el Sindrome Hemorrágico del Recién Nacido.

La placenta, además de ser rica en vitamina K, hierro y demás vitaminas tan necesarias para la revitalización materna y del recién nacido, también posee gran cantidad de hormonas hipofisarias destinadas posiblemente a compensar el gran déficit hormonal que se produce en el organismo materno tras el parto, considerandose este déficit como posible origen de la depresión post-parto.

Estudios antropológicos confirman que la hembra de la especie humana de distintas épocas y culturas realizó la placentofagia de forma tan natural como realiza en la actualidad la lactancia materna.

Los factores culturales que han introducido el tabú como elemento de freno a la placentofágia y el asco como su herramienta más importante, son cuestiones de gran interés para el campo de la psicología, la sociología y la antropología actuales.

En la actualidad existen personas con mentalidad orientada a respetar los mecanismos naturales, tanto en America como en Europa, que realizan la placentofagia.

El contenido en hormonas de la Placenta puede ser desnaturalizado sometiendola a temperaturas elevadas o combinandola con otras sustancias que alteran su ph y por tanto su estabilidad química.

Se hace necesario realizar estudios científicos que elaboren una propuesta actualizada de este paso fisiológico tan importante para el ser humano, el cual nos proponemos continuar investigando.


De costumbres perdidas y re encontradas por la ciencia:

Por lo visto es una costumbre sensata y saludable que el hombre occidental ha ido perdiendo, en Europa, hasta el siglo XVIII, era considerado muy saludable para las madres el comer un trozo de placenta fresca mientras daban el pecho, y en alguna época se puso de moda una receta que consistía en rollitos de carne con relleno de placenta.

La mayoría de los mamíferos se comen la placenta inmediatamente después del nacimiento. Lo mismo hacen muchos indios brasileños, la etnia yacuta la comida de la placenta es un ritual que debe ofrecer el padre del recién nacido a sus próximos.


En el antiguo Egipto es donde el culto a la placenta ha sido más impresionante: por ejemplo, la placenta del rey era momificada tras su nacimiento, y después los sacerdotes del templo la custodiaban con grandes honores; la momia de la placenta del faraón, por su parte, era conservada como talismán. Finalmente, en las procesiones, se portaba la placenta de los faraones delante del rey; costumbre de la que al parecer proviene el lugar que actualmente ocupan las banderas en procesiones.

Todavía hoy, en algunas zonas de Africa se llevan amuletos de placenta durante toda la vida.
Numerosas culturas conocen la práctica de colgar placentas de los árboles; a veces incluso son disfrazadas de seres humanos: se viste la placenta con una camisa de algodón, se le pone un sombrero, y, atada con una cuerda, es colocada en las ramas de un árbol.

Últimamente viene utilizándose como materia prima para máscaras faciales regenerativas. En los hospitales se roba y se trafica placenta; las bandas delincuentes infiltradas en las clínicas organizan sus confabulaciones sentadas en torno a placentas.

Hoy día, en Alemania, las placentas se utilizan (junto con los fetos nacidos muertos) para acelerar la combustión en las incineradoras de basura.


10 Septiembre 2007

¿Te comerías cruda una placenta?

Este fin de semana he asistido a una Placenta Party. La verdad es que no lo sabía, en realidad era el cumpleaños de una amiga. Pero nos tenía preparada una sorpresa. Íbamos a ayudar a plantar un gran olivo. Cuando ya estábamos manos a la obra, su marido nos pidió un momento de atención. “Falta lo más importante”, señaló en tono misterioso. Se fue al frigorífico y sacó del interior un táper. Lo abrió pomposamente, enseñándonos el contenido con indisimulado orgullo: Era la placenta refrigerada de su hijo, cordón umbilical y hasta pinza quirúrgica incluida, nacido hace tres meses y medio.

-La vamos a enterrar junto al olivo, para darle fuerzas al árbol.

-¿Cómo las has conseguido?-pregunté inocente.

- Muy sencillo. Les dije a los médicos que nos la queríamos llevar y no nos pusieron ningún problema. Llegué al hospital con una neverita y la recogí. La placenta es nuestra. Si no te la quedas la venden para hacer productos cosméticos. Además, ¿tú no sabes que es muy nutritiva, ayuda a las mujeres a recuperarse del parto, calma el estrés y combate la depresión?

-Algo he leído, pero para eso te la tienes que comer, no basta con guardarla -le señalé.

-¿Y qué te crees que hemos hecho?

-¿No me digas que te las has comido como hizo Tom Cruise con la de Katie Holmes?

- ¿Estás loco? La placenta está repleta de hormonas femeninas, si lo hiciera me saldrían tetas. Se la comió mi mujer. Todos los mamíferos se comen su placenta después de parir. Nada más nacer el niño, pedimos a la enfermera un bisturí y se lo fuimos dando a cachitos. Primero la comadrona y luego yo.

Reconozco que me dejó estupefacto. Rápidamente lo quise confirmar con mi amiga.

-¿Pero es verdad que te has comido cruda tu propia placenta? –le espeté directamente

-Toda no. Sólo una parte –contestó con ingenuidad.

-¿Sin guisarla al menos, todavía caliente?

-Así aprovechas al máximo todas sus propiedades.

-¿Y a qué sabe?

- La verdad es que no lo sé. Me tragué todos los pedacitos enteros, sin saborearlos.

Debo confesarles que a partir de ese momento dejé el plato con la carne de la barbacoa y no probé ni un bocado más en todo el día. Mis amigos trataron de convencerme de lo erróneo de mi actitud. Me hablaron de un médico homeópata grancanario, Sergio Sánchez, cuya tesis doctoral ha descubierto las beneficiosas propiedades nutricionales de la placenta. Su consumo se conoce por placentofagia, y es una costumbre relativamente popular en los países anglosajones. Aquí en España, tradicionalmente se enterraba la placenta para evitar que los perros se la comieran. A cambio se daba a las recién paridas reconstituyentes calditos de gallina. Pero que yo sepa, nunca se comió.

Luego por la noche coincidí con mi amigo saharaui Hassan, quien ha llegado hace poco de visitar a su familia en la Sakia el Amra. Ama la cultura de su sufrido pueblo y conserva intactas sus costumbres milenarias, así que no pude contenerme y le conté la historia, por ver si en el Sáhara se hace algo parecido. Su cara de asombro, desmintiéndome tal posibilidad, fue aún mayor que la mía.

-¿Lo hacen por brujería? -preguntó incrédulo.

-En absoluto. Dicen que así se ayuda a la madre a recuperarse.

-Pero si ni los camellos se la comen -protestó.

-Mi amiga sí. Y la mayoría de los animales.

-Pero nosotros somos personas.

Admito estar todavía muy confuso con este tema casi tabú en nuestra sociedad, así que he pensado en ustedes, sobre todo en las lectoras, para salir de la duda. ¿Se comerían la propia placenta después de haber dado a luz?


Fuentes:

http://blogs.20minutos.es/cronicaverde/post/2007/09/10/aate-comeraaas-cruda-placenta-

http://ciplp.es/Untitled-5.htm

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