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domingo, 19 de abril de 2009

De los limites entre lo comestible y lo no comestible, el canibalismo y la antropofagia


Antropofagia y canibalismo. La primera palabra deriva etimológicamente del griego, que significa comer carne humana. La palabra "canibal" deriva de una confusión de los primeros descubridores de América; proviene de "cariba" (valeroso), la cual confundían con "caniba" y de aquí deriva "canibal" que aplicaban a los indios que comían hombres como placer culinario y/o ritual.
En el libro del alemán Hans Staden,
La verdadera historia de las gentes canibales salvajes, desnudas y feroces" capturado en 1550 por los Tupinamba (etnia de Tupi-Guaranies en la actual costa brasileña nos explica que lo obligaban a saludar a los nativos diciendo: Ajune che peê remiurãama (ya vengo yo para vuestra comida).

El denominado endocanibalismo es el que se practica sobre individuos del mismo grupo, usualmente parientes fallecidos de muerte natural, de quienes se ingieren los huesos molidos o las cenizas de los cuerpos incinerados (mezclados con bebidas como sopas o chicha). Esta costumbre está asociada con ideas de reciclado y regeneración de las fuerzas vitales. Le permite al grupo conservar sus cualidades aunque desaparezcan los individuos que las poseen. El consumo de la carne de extraños, de individuos ajenos al grupo, es llamado exocanibalismo.

Las causas del canibalismo son motivo de discusión entre los antropólogos. En algunos casos parecen prevalecer los motivos rituales (el que consume un organismo adquiere su sustancia); en otros, razones nutricionales que van desde el simple gusto por la carne humana hasta la necesidad de enriquecer dietas pobres en proteínas. Pero existe una tercera, la que practican los asesinos en serie que responde a algún tipo de patología mental, aunque en definitiva, yo estoy convencido que todo el canibalismo, antropofagia o asesinato responde a un tipo de enfermedad mental y es la que tenemos la mayoría de los hombres actuales y se llama "debilidad mental", estupidez y se manifiesta en comportamientos histéricos: aparición de vírgenes, fantasmas, monstruos, ovnis...Todos estos seres -ya digo, la mayoría- en las circunstancias apropiadas serían capaces de devorar a sus semejantes, eso sí, convenientemente disimulado con oraciones y ritos religiosos, a manera de salsa. Por otra parte, muchos de estos estúpidos, incapaces de pensar por sí mismos, a los que les hace falta una cultura que programe cada uno de sus actos diarios, no podrían sobrevivir en una situación extrema, como la ocurrida con el avión que se estrelló en los Andes, pues el "tabú", que sólo se instala en la parte animal del cerebro y en personas debiles mentalmente, les hubiese impedido comer, provocándoles vómitos y otras manifestaciones físicas parecidas.

Canibalismo ritual

Los sacrificios humanos y las prácticas caníbales practicadas con los enemigos derrotados tienen el siguiente significado ritual: el vencedor desea apropiarse de su valor y su fuerza, y materializar la victoria con un mayor vigor físico y arrojo en el combate. La Antropofagia ritual también aparece en un gran número de prácticas religiosas y es el sustrato de la comunión cristiana —Tomad, comed, éste es mi cuerpo, ésta es mi sangre...— aunque haya sido atenuado a través de símbolos como el pan y el vino, que también representan la energía y la vida.

Al matar a una persona de forma violenta, siguiendo un ritual, los sacrificadores estaban convencidos de que se producía la liberación de una energía , que si era manejada por las personas elegidas, sacerdotes, reyes y altos mandatarios, podía ser encauzada para conseguir beneficios personales o para la comunidad. En realidad sería un flujo, una corriente poderosa que existiría en todo el Universo, aunque en determinadas circunstancias ciertos seres y objetos estarían más cargados de ella. Esta creencia se ha producido en numerosos pueblos y los nombres que se le ha dado a esa "energía" son distintos: Mana (Polinesia), numen (romanos primitivos), téotl (mexicas), etc. Hablamos pues de un concepto bastante generalizado.

Para conseguir recargar el mana, había que introducir un nuevo elemento: el alimento, que no sólo era proporcionado introduciendo sangre humana en la boca de los ídolos, sino que podía obtenerse consumiendo partes específicas del cuerpo de la víctima. La sangre era una de ellas pero, debido a su gran valor no podía ser consumida por todos, ya que -según la creencia-, los individuos comunes no soportarían su enorme poder y -en el mejor de los casos- su consumo les conduciría a la locura. Otras partes cargadas de mana serían el corazón, la cabeza, los muslos... Los reyes y sacerdotes (por este orden) por ejemplo, tenían más mana.

Tampoco está del todo claro cuándo y por qué surgió la prohibición de consumir carne humana. Las primitivas agrupaciones de hombres en aldeas carecían de los medios políticos para aplicar impuestos y absorber grandes poblaciones que pudieran usar en provecho propio. Comerse los prisioneros, ya fuera para satisfacer necesidades espirituales o nutritivas, ofrecía mayores ventajas que mantenerlos vivos.

Al aparecer las sociedades de nivel estatal, la situación cambió. La economía se volvió más productiva y los pueblos sometidos fueron incorporados al propio sistema político. Los vencidos pasaron a formar parte de la población vencedora y su mano de obra fue explotada mediante impuestos y reclutamiento. El consumo de carne humana se convirtió en tabú.
El estado azteca fue una excepción: fomentó el sacrificio y la antropofagia y cuanto más poderoso se volvía, más los fomentaba. Michael Harner, elaboró una explicación para esto. Milenios de intensificación y crecimiento demográfico agotaron la existencia de herbívoros domesticables y cerdos en el territorio central mexicano. De hecho, la dieta cotidiana de los aztecas estaba constituida en gran medida por insectos, gusanos y pasteles de algas acuáticas. Harner ha propuesto que el agotamiento de los recursos animales hacía difícil a los gobernantes aztecas prohibir el consumo de carne humana. El principal objetivo de la guerra era expandir el estado. Una consecuencia secundaria de la actividad bélica era la obtención de prisioneros. Distribuir la carne capturada entre los guerreros y los nobles era una forma de recompensar el arrojo en las batallas y la lealtad al estado y, al mismo tiempo, una fuente adicional de proteínas.

Sabemos que los aztecas practicaban el canibalismo con fines gastronómicos y no sólo rituales, como lo demuestra el historiador Juan Miralles, autor de "Hernán Cortés, inventor de México": "La antropofagia que los aztecas practicaban no era ritual; era gastronómica. El propio Bernardino de Sahagún habla de dos platillos hechos con carne humana, uno de ellos el Tlacatlaolli, antecedente de lo que hoy se conoce como pozole", un platillo que combina el cerdo o el pollo con granos de maíz, expone Miralles. "A estos esclavos, hombres y mujeres, después de que los compraban criábanlos con mucho regalo y vestíanlos muy bien; dábanles a comer y beber abundantemente y bañábanlos en agua caliente".

Antropofagia nutricional

El canibalismo por razones nutricionales, opinan algunos autores que es muy infrecuente. Sólo ha sido practicado como último recurso para sobrevivir en situaciones extremas —desde las referencias bíbilicas a asedios de ciudades al sitio de Leningrado; desde el accidente aéreo de los Andes a la hambruna de Corea del Norte—, y esta es la única forma en la que puede eludirse el estricto tabú moral que se ha ido construyendo en Occidente en torno a esta práctica. La evidencia histórica del canibalismo, en suma, se encuentra tanto en Occidente como en otros pueblos y culturas, y es muy diferente a su representación estereotipada.

Sin embargo, la realidad es otra, y el canibalismo nutricional es muy frecuente y puede ir en aumento. Veamos sinó lo que sigue.
En 1962, un informe elaborado por expertos de las Naciones Unidas, sobre el estado de la alimentación mundial, mostraba que de las tres más grandes zonas de canibalismo ancestral (África, Oceanía y América) el consumo de carne humana resurgía especialmente en las zonas azotadas por las guerras o por la hambruna. La estimación de los especialistas fue que el 0,3 % de los hambrientos en el mundo, es decir, unos 6 millones de personas, se alimentaba de otros seres humanos.

Por hambre extrema o mandatos rituales, de dos a tres millones de personas, según estimaciones, practican aún hoy el canibalismo en el planeta. En África, en América, en Oceanía... E incluso mucho más cerca. El antropólogo forense José Manuel Reverte, de la Universidad Complutense de Madrid, ha llegado a estudiar a varios de ellos: personas capaces de terminar a dentelladas con el corazón de sus víctimas o depravados necrófagos. Él sostiene que un porcentaje alto de asaltadores de tumbas en el mundo occidental, también en España, profanan los cementerios por puro gusto a la carne humana. «Quienes la comen quedan enganchados», asegura Reverte. Sin saberlo, buscan la cadaverina, una sustancia que se produce con la putrefacción de los cuerpos y que, al decir del forense, tiene efectos adictivos.

El canibalismo, tan viejo como la especie humana, está aumentando en las zonas machacadas por las guerras y por la hambruna. Algunos soldados rusos están acusados por la Human Rights Watch, una organización que vigila el cumplimiento de los derechos humanos, de practicar la antropofagia con civiles y militares chechenos, a los que supuestamente torturaban y descuartizaban en los campos de prisioneros antes de comérselos.

La falta crónica de comida ha llevado a los habitantes de la Rusia profunda a poner en práctica lo que los expertos llaman canibalismo de subsistencia. «Se dan casos dentro de las propias familias», asegura el profesor Reverte. Hay incluso gente que no duda en utilizar la pobreza límite para hacer negocio, lo que ha propiciado en ese país el nacimiento de un mercado clandestino de carne humana. Su comercialización corría a cargo de bandas organizadas -más de un centenar, según el Ministerio del Interior ruso-, que hasta hace poco tiempo han operado en las zonas más deprimidas del territorio.

Penurias extremas, religiones, cultura o fuertes desequilibrios mentales son algunas de las causas que esgrimen los expertos para explicar la vigencia actual de la antropofagia en todas las sociedades. En palabras del escritor francés Martin Monestier, recogidas en su libro "Caníbales", publicado el año pasado por la editorial Le Cherche Midi, el canibalismo irá a más debido principalmente al desmesurado aumento de seres humanos desnutridos y a los conflictos de carácter étnico en los países pobres. Un vaticinio macabro que, según opina el autor, obligará a muchos gobiernos a autorizar la donación de cadáveres para el consumo.


EL MUNDO
domingo, 11 de febrero de 2001 - Número 278
CANIBALISMO | UNA PRÁCTICA QUE PERDURA

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